20 nov 2012

Pu-pum.

A veces me pregunto cómo habría sido yo si no hubiese sido yo. Cómo sería si tuviese otros hombros, otro cuello, otros brazos y otras piernas; unos pies que no fueran planos, una espalda recta, un hiato sin hernia y un pulso firme; uñas duras, dedos finos y no porretas; tobillos sanos y unos muslos que no se unieran; nariz chata, ojos grandes, pestañas largas, orejas pequeñas y bien pegadas; dientes blancos y bien colocados, encías sanas; pelo liso como una tabla y largo hasta la cintura de un negro azulado que brillase diferente con el sol de la mañana y con el de la tarde. Cómo habría sido yo con un cerebro más corriente, con unas neuronas más prácticas, un seso más de ciencias, más cuadriculado y más inteligente, claro. 


Me pregunto si yo seguiría siendo yo si no lo fuera. 


Me pregunto si podría sentir las palabras como lo hago, me pregunto si me preguntaría lo que me estoy preguntando si yo no fuera yo y fuese otra distinta. ¿Es que acaso sería más feliz si fuera otra persona? El caso es que lo dudo, pues aunque me cambiasen los hombros, el cuello, los brazos y las piernas, los pies, la espalda recta, el hiato, el pulso, las uñas y las porretas, los tobillos, los muslos, la nariz, las pestañas y las orejas, los dientes y las encías, el pelo brillante, o incluso el cerebro, las neuronas o el seso, seguiría latiendo este yo tan puro, tan mío, desde tan dentro, tan estúpido y tan oxidado, tan dúctil y maleable, tan capaz, tan dolido, tan claro y oscurecido, tan volátil, tan soluble... 


Pu-pum, pu-pum, pu-pum.


No me cabe la menor duda: 
Seguiría latiendo.

5 nov 2012

Licuación.

Fluir. Me encantan los días grises sólo y exclusivamente porque me duelen los días grises. Se me había olvidado lo que era llorar sin tener un motivo: llorar por llorar. Llorar sólo porque las lágrimas no aguantan más tiempo dentro, necesitan oxígeno. Al fin y al cabo, las lágrimas son agua y el agua está oxigenada, claro. Tengo un nudo y no acierto a encontrar el motivo por el cual no quiere irse, y baja de la garganta al estómago creando a su vez un millón de nudos más dentro del alma.






A veces me siento estúpida. Y esa es una palabra muy dramática y peliculera ("Qué estúpida eres Rose")Pero es que creo que siempre he sido un poco peliculera y tanto o más dramática.






Estas veces en las que me siento tan libre que sólo estoy presa en mí misma, y soy yo quien me impido vivir como querría hacerlo. Es inútil pensar que con cuatro lágrimas voy a cambiar algo, pero es que la lluvia me ha borrado las ideas, es demasiada agua junta. Lágrimas, gotas de lluvia, alcohol. Paso de líquido a sólido y después me evaporo como se evaporan los días, los meses, los años. Y ya casi vuelve a ser nuestro No-Aniversario. Y es que Noviembre duele, y no solo por las hojas cayendo y por las tardes de domingo perdidas entre mantas y grandes dramas de hoy y de siempre. Duele porque fue dulce en algún tiempo. Duele porque pronto acaba y amanece Diciembre. Y después se acaba el mundo en principio, y si no pues "¡Buenos días Enero!" y así sucesivamente hasta que Febrero de paso a mis veintitrés primaveras y las aguas mil a un Mayo florido y hermoso, éste a un Junio que se cambiará de letra y de nuevo estaremos en la playa, después Septiembre llegará con sus Lunes de Octubre y sin darme cuenta será de nuevo Noviembre, y quizá con un pasito más, termine de no dolerme. 


 Fluir, a eso me limito. Fluyo como una partícula de aire que se solidifica y que después pasa a ser líquido de ron, de gotas de lluvia o sólo líquido lacrimal del ojo de cualquier absurda romántica que odia los días grises precisamente porque adora los días grises.