14 feb 2013

qué invento más tonto el de marcar un día, uno solo para el amor

Cuán detestables todos esos que mueren de amor. Quizá un día lo fui también, no lo recuerdo. No se puede pretender recordar todas las vidas que han acontecido, ¿verdad? Qué cosa tan horrorosa y lacerante. Con lo admirable que resulta el don de olvidar (y más a placer). Las cosas que se infravaloran suelen ser las más importantes y viceversa. Cuán detestables todos esos que mueren de amor. Y si lo era, cuán detestable fui, cuánto me detestaría ahora si viajara en el tiempo y me conociera en el pasado. Por suerte, jamás me conoceré, me aborrecería tanto.. Detestaría que alguien muriera de amor por mi. O no, porque sería alguien a quien detestaría, no me importa que muera la gente a quien detesto. El amor ni es causa ni razón (uy, razón menos que nada, es lo que menos tiene que ver con el amor) de muerte, y si para ti lo es, te detesto. El amor es motivo,  o más, es justificación de vida. Hay que vivir de amor. "Pero duele". Ya. "Pero a veces no existe reciprocidad". Ya. "Pero yo soy de hielo y no quiero amar". ¡Fúndete! ¡Te detesto a ti también! Sin amor, vida no es vida. Es otra cosa, búscale un nombre tú, si no lo tienes. Mi vida es vida, lo ha sido siempre pero ahora lo sé. Y vivo de amor. 


A pesar de que no considero necesaria justificación por este escrito, la haré: Bueno no, mejor que (si alguien lo lee) me deteste por no compartir lo escrito o me ame por amar. Del odio hablaré otro día, quizá. Hoy había que limpiar el nombre del amor enturbiado por la festividad.




Ms. B.T.

9 feb 2013

Me gusta.


Me gusta porque no me gusta. 

Me gusta no conocerla, 
y el sabor de sus palabras de mujer fatal. 

Me gusta en mi subconsciencia; 
y allí no sólo me gusta, también me encanta. 

Me gusta porque la imagino diferente, 
porque idealizo su presencia. 

Me gusta que se haga tangible, 
pero no la quiero aún entera. 
Me gusta poco a poco, la quiero por partes;
me gusta saborear las cosas que me gustan. 

Me gusta que me guste porque me crea sensaciones. 

Me gusta espontánea 
y me encanta que me entienda. 

Me gusta su letra incluso sin haberla leído nunca;
me gusta si escribe porque me sabe a mí. 

Me gusta desconocida. 

Me gusta pensarla frágil 
pero inteligente y severa. 

Me gusta que me guste 
porque al gustarme ella 
me gusto de manera inconsciente, 
me gusto a través de ella. 

Es gustoso el gusto que me produce que me guste una persona de la que sé tan poco. 

Me gusta porque ya sueño conocerla entera. 

3 feb 2013

Si no duele lo suficiente es totalmente inútil.

No tengo prisa, puedo escribir algo más tarde.

Ya es algo más tarde, demasiado tarde. Escribo con los ojos cerrados, que es algo que he descubierto que se puede hacer con un teclado (con pílot es mucho más complicado). Cierro los ojos a la pantalla y a la vida, doy la vuelta a mi escritorio y dispongo las teclas del ordenador como me viene en gana. Las miro. Son oscuras. Abro los ojos y descubro que existen muchas teclas más, aunque yo únicamente utilice las letras y esa tecla vacía y alargada que anda por aquí abajo: el espacio. Despacio tecleo un espacio y otro y otro más. Espacio que se crea en mi subconsciencia y la adyacencia de la misma con mis impulsos desgastados es la que me obliga a mirar la pantalla para revisar las palabras que escribo. Si me viesen los vanguardistas... ¡Esto sí es escritura automática! ¡Hasta con los ojos cerrados!

Espacio y tiempo son dos expresiones que aluden al contexto en el que nos movemos. Un espacio sucio y corrompido. Un tiempo que se tambalea, que va rápido y después frena. Un contexto histórico que nos representa, y que a duras penas estudiarán los niños biónicos del siglo veintidós. 

Pensando en la utilidad de los sentimientos he descubierto que si algo no duele lo suficiente, es totalmente inútil, no sirve. Que sentir y doler son más parecidos de lo que pensamos. Que cuando hablamos de sentimientos sólo pensamos en dolor, en sufrimiento, angustia. Que nunca pensamos en los sentimientos de felicidad y alegría. Y es que para mí sentir es sinónimo de doler.

Ahí van un par de preguntas retóricas: ¿Es necesario sentir para vivir? ¿Es acaso imprescindible el dolor para demostrar la propia existencia? 



¿Cómo es posible que haya personas que olviden con tanta facilidad y que a otras nos quemen tanto los recuerdos? Esto creo que sí tiene respuesta. Es que si algo no se padece de forma precisa, es completamente inservible, insignificante. Y resulta que hay ciertos recuerdos que no duelen lo suficiente, y sin embargo, otros te destrozan la vida.