9 dic 2012

No quiero.

Bruma y más bruma. 
Como nunca. 
Como siempre.


Escupir letras envueltas en lágrimas es una de esas cosas que necesito hacer de vez en cuando, 
pero el problema viene cuando los sentimientos no saben convertirse en palabras. 
Sólo oraciones inconexas salen de mi sesera. Sin más.

Es extraordinariamente horrible que tenga tantas historias juntas dentro de mí, 
que eche tanto de menos, 
que eche tanto de más. 
Es increíble lo libre y reprimida que soy al mismo tiempo. 
No quiero, no quiero, no quiero. 
No puedo con más piedras en la mochila. 
No quiero recoger gamusinos. 
Que no, que no. 
Ni quiero beber la sal de mis ojos. 
No quiero esperar esperando, 
ni quiero morirme de sueño(s). 
No quiero lanzarme al vacío de nada. 
No quiero soledad, ni quiero compañía. 
No quiero nada. 
Nada. 
Que no. 
No quiero volver al pasado 
ni mirar al futuro. 

Quiero vivir, vivir, vivir. 

No quiero pensar tanto,
ni hablar tanto.
Quiero besar más, acariciar más, abrazar más.
Quiero cariño, cariño y ya.
Pero es importante saber de quién lo quieres, ¿sabes?
Ya, ya, ya.

Cierto es, y claro está que nada es claro ni lo está, claro.





Gran problema el de la bruma, 
que atormenta mis espectros 
con histerias desquiciadas 
que no sienten, ni piensan 
ni quieren querer, ni nada.




No hay comentarios:

Publicar un comentario