18 abr 2012

Inteligencia emocional, lo llaman.

Es extraña la forma en la que los días se suceden unos a otros. Y es que sólo son eso: días. Días que contienen horas, que contienen minutos, que a su vez contienen segundos. Segundos cuya velocidad es pasmosa. Y nunca me había parado a pensarlo. A veces las horas se me hacen eternas, y cuando pienso que ya son siete los meses que lleva mi persona vagando, pululando, carente de alma en cualquier sentido, me doy cuenta de lo raudos que son los segundos. Que no te da tiempo a nombrar uno cuando ya ha pasado y el siguiente está aquí. ¿Cuántos segundos hace? Podría hacer un simple cálculo facilito con calculadora, claro, pero soy de letras. No me hace falta medir los segundos para saber que pasan, ¡y cómo pasan!

Es extraño, pero a veces no siento dolor. Es simplemente un vacío. No siento. Y nada en este mundo me duele más que no sentir. Según aquel bohemio que me describió sin conocerme, y al cual compré su poemario por apenas dos Euros, mi inteligencia es emocional. Y razón no le falta, desde luego. No sé pensar sin sentir, no sé vivir así. Pienso en sentir. Y siento que no siento. No hay nada más doloroso que eso. No lo hay. Es como un agujero negro, como un vacío. Es la Nada con mayúsculas. Es como en esas películas donde el protagonista aparece en un lugar blanco impoluto, donde no existe nada más y nada menos que él, o ella en cualquier caso, en este caso.

Es como si me hubiese prohibido sentir nada en absoluto, y no acierto a entender muy bien por qué. Aunque supongo que nadie más que yo sabe esa respuesta. ¿Por qué? Supongo que simplemente porque el miedo atenaza mi cuerpo, porque instintivamente siento que sentir no es nada bueno. Al fin y al cabo eso de sentir me ha hecho cosas horribles. Es eso. Mi subconsciente no me deja sentir. Tengo miedo. ¿Y cómo iba yo a sentir si me han robado la capacidad de hacerlo?

¿Tan difícil es que alguien quiera devolverme esa capacidad? Ya te lo digo yo, querida: Es materialmente Imposible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario